"Cada vez que escucho hablar de ese gato, echo mano a mi pistola".
Si te pasa como a Stephen y te entra dolor de cabeza cada vez que piensas en Schrödinger y su gato, lo mejor es que te lo tomes con humor.
Éste y otros imprevisibles resutados del clásico experimento imaginario, aquí.
Vía deemonita.
lunes, 16 de febrero de 2009
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